Ella yace agonizante, junto a la pared. Son los reclusos del comando especial los que la encuentran; su tarea consiste en separar los cadáveres y sacarlos de las cámaras de gas. Se trata de una chica de dieciséis años cubierta de muertos. La llevan a una habitación contigua y la tapan con un abrigo. Nunca había sucedido que alguien hubiera sobrevivido a una operación de gaseado. Durante su recorrido de control, un sargento mayor de las SS repara en el grupo. Uno de los reclusos pide que la chica pueda atravesar la puerta y sumarse a otras mujeres del comando de construcción de vías, en cuanto haya recuperado fuerzas. Pero el guardia niega con la cabeza. La pequeña podría irse de la lengua. Hace señas a un compañero para que venga. Éste tampoco vacila. Tiro en la nuca.